jueves, 20 de agosto de 2015

Los poemas del desasosiego, de Carlos García





Monólogo ante el espejo
Entrar en un libro de poesía, es vadear sobre las corrientes del lenguaje, el pensamiento y las emociones, bucear en el océano de la voz que murmura o grita o calla verdades íntimas que dialogan con el tiempo y el ser, en este caso, en el libro  Poemas del desasosiego, de Carlos García
El título del libro ya es una invitación a la temática que allí se desarrolla,  poesía de aquella que nos desacomoda, nos hace dudar, nos plantea preguntas, nos deja en la incertidumbre, hablando solos ante un espejo que a veces se empaña, con un lenguaje sencillo, sin artificios ni erudición ruidosa.
El libro se compone de seis apartados con temas universales como la soledad, el tiempo, el ser, el amor, la muerte, el poder, el conocimiento y el descreimiento, la locura, todos con el tono del desasosiego del hombre actual que existe en un mundo del consumo y la banalidad, de la violencia y el egoísmo  donde “existir es tan inmenso como morir” y dónde se nos interroga: “¿querer algo que nunca será tuyo/ eso es a lo que llamas existir?”
La imagen que tengo después de la lectura del libro de Carlos, es la misma del título de esta presentación, es un largo monólogo que el poeta teje en profunda soledad ante un espejo, a veces en primera persona, a veces como un alter ego que lo acompaña;“El yo es otro/ que te persuade”, como señalaba Nietzsche, cuando estamos en soledad, no estamos solos, siempre somos dos y cuando llega el otro a interrumpir esa soledad, entraría a ser un tercero.
Herederos de la cultura occidental, los filósofos nos ha enseñado que la razón y la emoción no pueden mezclarse, hemos sido escindidos de esta unidad humana, la razón siempre ha prevalecido como imperativo de la filosofía, la cultura, la ciencia, la vida misma. Se ha hecho una yuxtaposición entre la razón y las emociones,  la educación tradicional nos ha dogmatizado, no está bien visto mostrar y demostrar el amor, la rabia, la tristeza, el dolor, la desesperanza, el miedo, la orfandad, aquello que nos hace vulnerables. Gracias al arte, a la poiesis, ha sido posible volver a la unidad de la razón y la emoción, y eso es lo que encontramos en estos Poemas del desasosiego, una reflexión acerca de la condición existencial de una época en que los juegos del poder, las relaciones entre seres humanos, el mero transcurrir cotidiano se pone en tela de juicio, :“No creo en el aquí y en el ahora/ pero a veces ni siquiera creo en lo que digo, / ni digo lo que realmente creo.
Las emociones aquí están tejidas con unas costuras muy sutiles a través del río de dudas y certezas del monólogo: “Tanto dolor para hacer / que alguien nos ame / tanta angustia para evitar/ que alguien nos olvide”. En este trabajo poético se perciben las resonancias filosóficas y poéticas en Carlos García, no en vano su formación filosófica. Por estos espacios hacen eco Heidegger, Nietzsche, Sartre, Sócrates, el saber desbordado que se repite a veces como pesadas sombras : “De tantas sucias modas /y de tantos “yo sé lo que tu no sabes”/ de tanta ignorante sabiduría/ de tantas parcelas omnipotentes / cansado de vivir haciendo ecos.”
El mundo es de quien no siente. La condición esencial para ser un hombre práctico es la ausencia de sensibilidad. La cualidad principal en la práctica de la vida es aquella cualidad que conduce a la acción, esto es, la voluntad. Ahora bien, hay dos cosas que estorban a la acción –la sensibilidad y el pensamiento analítico, que no es, a fin de cuentas, otra cosa que el pensamiento con sensibilidad”. Expresa Pessoa en El libro del Desasosiego. O la sensibilidad del pensamiento, en esta experiencia de leer a Carlos García, cuando dice: “cansado de amar el deber/ y de deber por amar”o “Cuidar de los bienes /más que de la propia vida” . Y, en El poema de los objetos: “Huyo de mí mismo/ me oculto, me niego/ porque voy en pos de los objetos/ y nunca de mí mismo.”
La presencia del tiempo enfrentado al ser, es otro de los elementos que permean la poética de los poemas en cuestión. El tiempo como ese monstruo de mil caras y de ninguna: “Los otros devoran tu tiempo/ los otros que prescinden de ti/ como de ellos mismos (…) los otros que son/ y no son tu/ fuera o dentro/y que devoran sin temor tu tiempo/ tu miserable tiempo” O en su poema El ser en la oscuridad: Mira lo pasado dándote la espalda/mira lo futuro viéndote de reojo/ mira el torrente de los/ días que pasan/ mira la negación de tu muerte/la muerte por tu arrogante afirmación.”

Y  el amor que es un pozo donde abreva la vida pero también la muerte, se presenta aquí en un tono de nostalgia y de ausencia, de bendición por el cuerpo de la mujer amada, quizá en estos breves poemas se hizo una fisura de sosiego que rompió con el tono claroscuro del libro.
Otras resonancias desde la poesía se pueden encontrar en la poética de Carlos como un juicioso lector y degustador de la poesía pues siempre que nos encontramos en los pasillos de la universidad, lleva uno o dos libros de poesía en sus manos, y los muestra con orgullo y apasionamiento, son los ecos de la poesía oriental con su maravillosa sencillez, sabiduría y brevedad. Tal vez por esta razón en uno de sus poemas, habla de los apegos, de la dependencia a las cosas que compramos y nos olvidamos de lo que recibimos, “de la piel ajena y sus anhelos/ y te aferras sólo a tu propia sombra/ (…) aún cuando sabes / que uno no debería depender/ de cosas, personas y deseos.” También hay un poema dedicado a Tomás Transtromer, premio nobel de literatura que justo, murió en días pasados y dice en alguna de sus líneas: “Bella la venganza / que se queda sin respuesta/ la respuesta que culmina en el silencio.” Otro poema dedicado a Si Kongtu, a Ungaretti, a Gong Biland en el que se puede leer: No eres nadie/ y vas quedando sin horizontes/ sin alguien que te recuerde/ sin alguien a quien recordar”.
Y desde luego, la voz de Calderón de la Barca, Nietzsche, Pessoa, Quasimodo, Omar Jayyam, como epígrafes de cada uno de los apartados de Poemas del desasosiego. Estas cortas alusiones, son apenas una invitación para leer a Carlos García y acompañarlo en este viaje de luces y sombras y decirle algo que él ya sabe:  “la poesía es la única compañera, acostúmbrate a sus cuchillos que es la única”, como sentenció nuestro gran poeta Raúl Gómez Jattin.

Nana Rodríguez Romero
Tunja, marzo 30 de 2015