El hastío de las manos es un libro hermosamente triste, hondo y desesperanzado.
Los versos tejen un entramado de ancestro familiar, que hiere, sílaba a sílaba, porque el paso del tiempo, la enfermedad, el deterioro físico y espiritual, nos lleva de la mano trémula a un país lejano que tampoco fue feliz: la infancia. Expresa Jorge Eliécer Ordóñez.
V
Un poema no necesita diccionario ni abogado ni niñera
A lo mejor una mujer de labios estupendos
Lo que necesita un poema es un canto
Repetido tantas veces que logre asemejarse a la música del mundo
Cada poema es un oráculo
Y un oráculo no necesita guardaespaldas ni mascotas ni visitas ni cartógrafos
A lo mejor un vientre que haga las veces de rosa de los vientos
Lo que un poema necesita es un cigarro y un revólver
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