domingo, 19 de diciembre de 2010

Ironías de la ficción y la metaficción en cine y literatura



Este grupo de ensayos de naturaleza conjetural y lúdica está orientado al estudio de diversas manifestiaciones del humor, la ironía, la ficción y la metaficción en la narrativa literaria y en la narrativa cinematográficas.

Algunos de estos trabajos tienen un caráter exploratorio, y en ellos he adopatado un tono didáctico. Este es el caso del texto inicial, sobre la arqueología del humor. En otros, trabajos estudio terrenos específicos de la producción ficcional. En ellos hago el análisis de cuentos, minificciones, películas y dibujos animados.

Por último, también propongo algunos mapas de carácetr conceptual que pueden ser útiles para seguir explorando estos terrenos.

En síntesis, las aproximaciones propuestas en estos ensayos son alternativamente teóricas, analíticas, historiográficas o didácticas, pasando de la epistemología a la metodología, y de los materiales de carácter general a los recorridos por terrenos específicos. Todos ellos parten del supuesto de que la ironía y la metaficción son las estrategias de creación más características de la cultura contemporánea.

Expresa el autor en la contraportada del libro.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El coleccionista



El coleccionista

Nana Rodríguez Romero

Desde el día en que le dijeron que andaba desorientado por la vida, se dedicó a coleccionar brújulas. Las tenía de las más diversas épocas, formas, colores y metales.
El diseño de su casa era una gran brújula en cuyo norte se encontraba su habitación atestada de estos aparatos. La decoración de las escaleras, las habitaciones, los corredores y las puertas la constituía un sinnúmero de flechas negras. En la cocina había una muy grande que le indicaba la despensa y la nevera para que no muriera de hambre. En el cuarto de baño había otra que le indicaba la puerta de salida al mundo real, para que no se perdiera en la ensoñación de las necesidades fisiológicas.
Tenía brujulitas en forma de relojes, pulseras, anillos, pisacorbatas y hasta en sus ojos se hizo colocar un par para corregirse la miopía. Llevaba un gran maletín lleno de esos curiosos aparatos que le indicaban los autobuses, las calles, los edificios, las oficinas, los cines, los restaurantes y hasta los amigos y enemigos que tenía a su alrededor.
Su libro de cabecera era un diccionario manual de orientación; antes de dormir tomaba unas pastillitas que no le dejarían perderse por ese mundo de los sueños.
Cierto día alguien que conocía su afición, le llevó una mujer encerrada en una vitrina redonda. El hombre no supo qué hacer, pues la aguja hecha mujer permanecía siempre en posición horizontal y le causaba una gran desorientación cada vez que pasaba por su lado. Entonces tenía que ir a consultar a todas las otras brújulas para que le mostraran el camino correcto y de esa forma no desviarse hacia el abismo.
Fue así como la mujer decidió romper con su posición horizontal y de un solo movimiento se irguió y saltó del cascarón de vidrio. Como tenía tanto magnetismo, neutralizó a las otras brújulas que ya no supieron decirle nada al pobre hombre, el cual sintiéndose tan confundido, agarró a la mujer por la cintura y siguió una flecha de emergencia que los condujo hacia el fondo de un abismo, o del cielo, que para el caso daba lo mismo.
Desde ese entonces, las brújulas del coleccionista enloquecieron de la felicidad.


Este cuento hace parte del libro, Cuentan,  Relatos de escritoras colombianas contemporáneas. Selección y prólogo de Luz Mery Giraldo

jueves, 2 de diciembre de 2010

El hastío de las manos, de Miyer Pineda


El hastío de las manos es un libro hermosamente triste, hondo y desesperanzado.
Los versos tejen un entramado de ancestro familiar, que hiere, sílaba a sílaba, porque el paso del tiempo, la enfermedad, el deterioro físico y espiritual, nos lleva de la mano trémula a un país lejano que tampoco fue feliz: la infancia. Expresa Jorge Eliécer Ordóñez.


V
Un poema no necesita diccionario ni abogado ni niñera
A lo mejor una mujer de labios estupendos

Lo que necesita un poema es un canto
Repetido tantas veces que logre asemejarse a la música del mundo

Cada poema es un oráculo
Y un oráculo no necesita guardaespaldas ni mascotas ni visitas ni cartógrafos
A lo mejor un vientre que haga las veces de rosa de los vientos

Lo que un poema necesita es un cigarro y un revólver