sábado, 7 de febrero de 2009

Entre escritores y mariposas amarillas




Entre escritores y mariposas amarillas


Un evento como el IV Congreso Internacional de la Lengua Española realizado el pasado mes de marzo en Cartagena de Indias es motivo de variadas circunstancias, escenarios, encuentros y desencuentros, miradas que conforman la experiencia vivida durante estos cuatro días.
La magnitud del evento dejó notar la inexperiencia en la organización. Filas interminables de personas que no pudieron entrar al Congreso pues la convocatoria anunciaba que las inscripciones estaban abiertas inclusive hasta el último día, sin embargo, esta promesa no se cumplió para la frustración de quienes venían no sólo del centro y sur del país sino de otros países.
La ansiedad de muchos de los asistentes por obtener una foto o al menos tener la oportunidad de ver de cerca a personalidades como los reyes de España o al homenajeado Gabriel García Márquez, fue uno de los aspectos notorios en la mañana del lunes, alterno al bullicio y enojo de las personas que conformaban las filas en la entrada del Centro de Convenciones como en aquel cuento de René Rebetéz La nueva prehistoria, en el que las filas se convierten en monstruos de numerosas extremidades que se amalgaman y reptan como una masa en medio del calor del trópico.
Como para muchos de los que éramos aspirantes fue imposible lograr una entrada a pesar de la insistencia telefónica, en hora buena, tomé la determinación de asistir a las actividades alternas programadas por las editoriales Planeta y Alfaguara, que en realidad fueron una eclosión de la palabra a través de las tertulias literarias, conversatorios y entrevistas que se desarrollaron en lugares públicos como la Plaza de Bolívar, los Baluartes, las librerías, las casas culturales, las universidades y los colegios; una forma de hacer partícipes de manera democrática a residentes y visitantes de esta hermosa ciudad del caribe colombiano en la que se evidencia la multiculturalidad de nuestro país en sus gentes, en su arquitectura, en la comida, en las formas de vestirse.

Los temas propuestos por las editoriales para las tertulias fueron variados y de actualidad con una gran asistencia y participación, los nombraré y luego haré un comentario sobre algunos de ellos: Literatura para jóvenes del siglo XXI, Los desafíos de la literatura juvenil en un siglo de tecnologías, Lo comercial y lo literario en las letras americanas y españolas, Gabriel García Màrquez: su vigencia para los escritores contemporáneos, La crítica literaria en el mundo hispánico, Televisión y literatura, La literatura urbana en español, El escritor latinoamericano y la polìtica, La literatura erótica en español. Esta tertulia estuvo integrada por los escritores Santiago Gamboa, Marcela Serrano, Federico Jeanmaire y Pablo Simonetti, quien declaró que las descripciones eróticas de muchas novelas se han convertido en una reproducción de las películas en las que lo erótico se convierte en un regodeo con el cuerpo de la mujer, muchas veces aburridor, que sólo produce ganas de apagar el televisor o cerrar el libro, expresó además que el erotismo corresponde al terreno de la intimidad del escritor y de las personas. Por otra parte la escritora Marcela Serrano, autora de las novelas Para que no me olvides, Albergue de las mujeres tristes, Nosotras que nos queremos tanto, manifestó su desacuerdo al ser convocada por la editorial Planeta para hablar sobre literatura erótica pues no le interesaba este tema que encasilla la literatura, al igual que hablar de literatura femenina para la escritora es una estupidez, aclaró que en sus obras subyace una profunda fe en la mujer, en su voz a través de la literatura, un terreno hasta hace muy poco tiempo reservado al terreno masculino, por estos motivos declaró que en su escritura quiere contar quiénes somos las mujeres y por supuesto, anotó que el tono de la literatura escrita por mujeres es distinta a la literatura escrita por hombres, eso lo ha percibido aún como jurado de los concursos cuando las obras se presentan con seudónimos. Respecto de la expresión y el lenguaje que se utiliza en muchas obras de la literatura cercanas a la pornografía, manifestó que son explícitos y todo lo que es explícito es antiliterario, como en el caso de Anaïs Nin y Henry Miller a quienes dijo odiar la escritora chilena.

Por su parte, Santiago Gamboa, autor de las novela Perder es cuestión de mètodo, expresó que el erotismo tiene su espacio en la literatura, en especial en un país como Colombia, un país moralista y acomplejado; además anotó que el erotismo más allá del sexo, está presente de manera no declarada en la seducción, en la atracción física, en el baile, en las miradas, en la forma de caminar, recordó obras como El cantar de los cantares, los cuentos de El Decamerón y Fragmentos del amor furtivo de Abad Faciolince, para el caso colombiano, que son una demostración de la maestría y la belleza del erotismo a través de la literatura. Manifestó que la sexualidad en la obra de Miller es una especie de arma para el escritor con el propósito de reflejar la condición humana de una manera más profunda. Para concluir, los escritores estuvieron de acuerdo en no tener la intención de ser escritores de literatura erótica, sino en tomar el erotismo como una pulsión de vida, como una dimensión de la existencia humana que tiene su manifestación más sublime en la poesía como una forma de expresión por medio del lenguaje escrito.

La ciudad de Cartagena es un escenario que se ha convertido en el nicho que alberga no sólo la avalancha turística, sino también, el encuentro con las manifestaciones culturales, en este caso, con la lengua materna desde el discurso en su dimensión académica, con la oralidad vivenciada al escuchar el pensamiento de los escritores, el pregón de los caribeños que anuncian sus ventas por las playas, el español balbuceado por algunos extranjeros y la palabra escrita reunida en la Feria del Libro alrededor de la Plaza de Bolívar que como toda exposición o venta de libros, se convirtió en un imán poderoso en la que se presentaron obras con autores clásicos y autores de moda: la edición conmemorativa de Cien años de soledad, con la presentación de Alvaro Mutis, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Juan Gustavo Cobo Borda, Sergio Ramírez, entre otros escritores, y como novedad en esta edición, el árbol genealógico de los Buendía;
también el Diccionario Esencial de la Real Academia Española, además, la editorial Planeta editó para esta ocasión un libro que reúne 27 relatos de escritores colombianos que dio como obsequio por la compra de cualquiera de sus títulos, un gesto amable en estos tiempos de libros costosos y presupuestos disminuidos, libros que son la compañía infaltable para quienes amamos la lectura y todo lo que ella desencadena.

Otras tertulias giraron alrededor de temas como La biblioteca personal; ¿una reliquia del pasado?, Gramática y ortografía en la literatura contemporánea, El español de España y el español americano: ¿Es posible un español neutro?, Los lectores de hoy, cómo crearlos, cómo conservarlos. En esta última tertulia, estuvieron los escritores Angeles Mastreta, Carmen Posadas, Felipe Pigna, Fernando Quiróz, Juan Carlos Botero y Efraín Medina quienes acompañados por el susurro de los surtidores y el rumor de la brisa en los árboles del parque cuando caía el atardecer, hablaron sobre la lectura y los lectores, es decir, la recepción de la obra literaria. Al respecto la conocida escritora mexicana Angeles Mastreta autora de Arráncame la vida, Mal de amores, Mujeres de ojos grandes, comentó cómo ella se inició en el periodismo y cómo esta actividad influyó en su vida, anotó que una forma de crear lectores puede hacerse desde la lectura de los periódicos. Carmen Posadas, escritora uruguaya, residente es España, autora de Nada es lo que parece y, Cinco moscas azules, contó su experiencia como lectora desde su infancia, guiada por su padre quien también era escritor, opinó que siempre se escribe para un lector, más allá de escribir para sí mismo, por vanidad o catarsis, éste es el sentido de la escritura en su caso. Para el periodista y novelista colombiano Fernando Quiróz, la manera de mantener a los lectores es elevar la calidad de las obras literarias, una vez se reconoce el talento, la calidad y el compromiso de un escritor, de seguro tendrá a sus lectores para el futuro, aunque se dijo que muchas veces los escritores seducidos por el éxito editorial bajan la calidad de sus obras como es el caso de algunos ganadores del premio Nobel.
Juan Carlos Botero, ganador del Premio de cuento Juan Rulfo, quien acaba de publicar su segunda novela El arrecife, comentó que tener un lector no es natural, los lectores se conservan también por la calidad de las obras. En un país como Colombia en el que poco se lee, y en el que este año ha sido Bogotá elegida como la capital del libro, la responsabilidad para formar lectores es del estado con la infancia a través de la educación, las bibliotecas, el acceso a los libros; el escritor anotó que la cantidad de libros vendidos no significa que hayan sido leídos. Respecto de la enseñanza de la literatura dijo que los profesores de literatura deben ser unos apasionados por este arte para poder comunicarlo a los estudiantes. Para Efraín Medina, escritor cartagenero quien “escribe porque para todo lo demás existe mastercard”, conocido por su desenfado e irreverencia y por sus libros Técnicas masturbatorias entre Batman y Robin, Cinema árbol y La vida sexual de la pantera rosa, el conservar y crear lectores depende más de los editores que de los escritores, se piensa en los lectores cuando se escribe para crear una complicidad permitida por la claridad y la calidad de la escritura, además expresó que no se generan lectores al obligar a los niños a leer y menos aún con las políticas del presente gobierno al gravar los libros con impuestos.

Es de anotar que al final de las tertulias dirigidas por un moderador, el público asistente tenía la posibilidad de hacer preguntas a los escritores y en este caso, como era de esperarse, las preguntas y comentarios apuntaron hacia una crítica sobre las políticas educativas del gobierno, hacia la pobreza y desigualdad social de muchas familias que no pueden proveer el alimento básico, mucho menos pensar en comprar libros para formar lectores, hacia el reciente escándalo de la parapolítica, en el sentido de que alguno de los funcionarios del estado al ser interrogado sobre el asunto contestó que “el país no está preparado para conocer la verdad”. Uno de los escritores comentó al final que el problema de la pobreza, la desigualdad y la inseguridad es un problema de los ricos y no de los pobres de éste país y que la oligarquía prefiere que poco se sepa (el subrayado es mío), para reforzar de esta manera el problema de la ignorancia y de los pocos lectores críticos.
El recorrido diario por la ciudad amurallada, por la ciudad vieja, por sus calles estrechas y coronadas de balcones multicolores que dan tregua a los rayos del sol, con la presencia de conocidos escritores y poetas que caminan como cualquier transeúnte al lado de la cadencia de las palenqueras que portan una canción de coco y fruta en su cabeza, sin el asedio de periodistas y fotógrafos en La torre del reloj o el Portal de los dulces, o la Plaza de los unicornios paralela a la reciente escultura en homenaje a Miguel de Cervantes Saavedra, - a quien usurparon su pluma -, o la presencia indescriptible del mar y de las mariposas amarillas ancladas en las entradas de los edificios, o los murales con signos escritos que develaban términos rescatados del habla popular, me acompañaron hacia el destino que llevaban mis pasos: ver y escuchar a los escritores, antes y después de leerlos.

Otro evento que se llevó a cabo, fue el IV Encuentro de escritoras colombianas organizado por la Consejería para la equidad de la mujer, el Ministerio de Cultura y el Convenio Andrés Bello. El Encuentro tuvo lugar en la capilla del Hotel Santa Clara, en el que se presentaron mesas de periodistas, ensayistas, cuentistas, novelistas y poetas de la región, como en otras ocasiones, se sintió como una especie de guetto femenino, aislado del evento central que no hacía distinción entre hombres y mujeres. El homenaje de este año fue para la escritora Ángela Becerra autora de los libros Lo que le falta al tiempo, El penúltimo sueño y De los amores negados. La coordinadora y moderadora del evento fue Gloria Triana, conocida antropóloga y cineasta. En la mesa de periodistas y ensayistas se destacaron los trabajos de Patricia Iriarte, quien hizo un meritorio trabajo investigativo acerca de la vida y obra de Totó la Momposina, a través de una colección de testimonios y voces que reconstruyen la historia de la cantadora; también los trabajos de Gina Ruíz relacionados con la décimas de los juglares, un universo masculino que se ha dado a conocer a través de la tradición oral de los pueblos, y un trabajo sobre la poesía de el tuerto López a cargo de Sara Marcela Bozzi. Se notó la falta de definición en la organización pues sería más interesante si las mesas y los conversatorios hubieran girado alrededor de algunas temáticas específicas que convocaran a las escritoras y no a la mera lectura de textos personales.

El vuelo negro de una mariamulata por el jardín de la Casa Bolívar, sede cultural del Banco de la República, olorosa a salitre y humedad, fue una de las imágenes que hicieron de antesala a la tertulia que trató el tema de La novela histórica: ¿temática local o universal? en la que hablaron los escritores Juan Esteban Constain, Pedro Angel Palau y Juan Tafur. Los escritores expresaron que los acontecimientos la primera vez se escriben como historia y la segunda vez como literatura, a través de múltiples ejemplos . Hicieron la diferenciación entre la novela histórica y la novela con un tema histórico, en el sentido que la novela no es un decorado o un escenario para la historia, sino que es un cuestionamiento de la realidad.
Otros temas que fueron motivo de tertulia estuvieron relacionados con la formación de escritores, el ensayo en español, el nuevo boom en las letras latinoamericanas, periodismo y literatura, el oficio de escribir y el Internet, literatura y cine, la novela negra en español, en los que participaron escritores como Luis Britto García, Alfredo Bryce Echenique, Jorge Franco, Juan Gossain, Mauricio Vargas, Antonio Skármeta, Mayra Santos, Mario Mendoza.

Respecto de los escritores jóvenes y los nuevos lenguajes, relacionados con el cine, la literatura, el arte y los cómic, los escritores Juan Carlos Botero, Pablo Simonetti, Enrique Serrano y Fernando Quiróz expresaron que el oficio se impone sobre la vocación. El cine y la obra literaria son distintos, no se puede narrar una obra en pantalla de cine, más bien, el cine ha tenido influencia sobre la literatura en el manejo de la elipsis, sin embargo, los nuevos lenguajes no están consolidados. También se dedicó un tiempo considerable al tema de la fragmentación, en especial Juan Carlos Botero se refirió a los epífanos de Hemigway que quieren capturar un instante representativo e impactante de la condición humana, dijo que existe una vocación de fragmentación en las formas actuales de la escritura, pues el fragmento es autónomo y cada escritor escribe desde los misterios de su propia vida. Otro punto en el que estuvieron de acuerdo los escritores invitados fue en el de que la tecnología influye en la literatura por ejemplo, la presencia de los mensajes de texto dentro de la narrativa, existe menos retórica y más acción en las novelas y los cuentos, “la época se cuela en los textos”, expresaron; existe una superabundancia de la información que constituyen los mensajes, muchos de ellos denotan estupideces, vanidades, exhibición de lo oculto, “inodoros narcisistas” como los blogs que abundan en la internet. La esencia de la literatura del futuro es seleccionar pocos textos, ser selectivos ante la calidad y la permanencia de las obras literarias, concluyeron.

El grupo Santillana, también tuvo una participación relevante con la programación de actividades para esta oportunidad, entrevistas, conversatorios, firma de libros por los autores, realizadas en los Baluartes y librerías de la ciudad. Allí estuvieron Hector Abad Faciolince, Juan Manuel Roca, William Ospina, Gustavo Tatis, Santiago Roncagliolo, premio Alfaguara 2006 .
Un aspecto que me sorprendió en los escritores que tuve la oportunidad de escuchar, fue la sobriedad, la madurez y hasta cierto punto la humildad que manifestaron, pues es común encontrarse con egos monumentales insuflados de aire que hacen aspaviento de lo que no son, potencian la vanidad a cifras irresistibles, motivos por los cuales a veces pienso que a los escritores la mayoría de las veces es mejor leerlos y no escucharlos pues la incoherencia y la inconsecuencia entre el ser y el hacer derrumban la imagen que como lectores nos formamos de ellos.
Sin lugar a dudas, esta programación alterna al IV Congreso Internacional de la Lengua Española fue una comunión con la palabra oral y escrita, un encuentro con la sensibilidad, el imaginario y las ideas, la visión de mundo de los escritores que con sus apreciaciones una vez más ratificaron que la existencia tiene sentido a través de la literatura, que escribir no es fácil, es una pasión y un compromiso de comienzo a final, un encuentro con el espíritu en la hondura de sus dimensiones emotivas, intelectuales y afectivas.













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