domingo, 8 de febrero de 2009

La metáfora:mediadora entre ciencia y literatura


Nana Rodríguez Romero

De la ciencia a la literatura
A lo largo de la historia de la literatura, la ciencia ha sido una de las fuentes en las cuales han bebido los escritores para satisfacer sus ansias de saber y desde allí poder crear metáforas e intersecciones, íntimas correspondencias entre estas dos formas de acercarse al conocimiento. Pero de igual manera, es de subrayar, que la ciencia se ha nutrido de la literatura.

El gran científico Albert Einstein expresó que en el pensamiento científico están presentes elementos de la poesía, y que la matemática pura es la poesía de las ideas lógicas. Tanto al poeta como al científico los anima una intensa curiosidad por observar y comprender los fenómenos que los rodean, acompañados por la intuición, la imaginación, la capacidad de asombro y de pregunta. Cuentan que el poeta Coleridge cuando le preguntaban por qué asistía a las clases de química de la Royal Institución, contestaba: “Para enriquecer mis provisiones de metáfora”.[1]

Desde los inicios de la tradición literaria occidental, los temas de la ciencia han sido motivo de creación en los poetas. Lucrecio, con su magna obra De Rerum Natura, en la cual propone una cosmogonía científica del universo; más adelante, Dante Alighieri condensa una suma de saberes respecto de las concepciones astronómicas de la época, en La Divina Comedia. Hacia el siglo XVII los poetas dejan huellas en sus cantos para hacer homenaje a las conquistas científicas. En el siglo XIX, la poeta Rosalía de Castro reflexiona sobre la presencia de la ciencia :De nuestro buen planeta /...joven, pese a sus múltiples arrugas.../miles de inteligencias/ poderosas y activas/ para ensanchar los campos de la ciencia/ tan vastos ya que la razón se pierde/ en sus frondas inmensas/ acuden a la cita que el progreso/ les da desde su templo de cien puertas. [2]

Las diversas épocas con sus determinaciones económicas, religiosas, ideológicas y científicas no han sido impedimento para que los escritores se acerquen a las teorías, temas y nuevos conceptos que la ciencia en su movimiento espiral ha proporcionado. Las teorías heliocéntricas, las de la evolución de las especies, la teoría de la relatividad, el big bang, la física cuántica, la antimateria, entre muchas otras, no han pasado desapercibidas en la poética de los últimos siglos . Es así como Aldous Huxley, Edgar Alan Poe, Levis Carroll, Robert Musil, desde la ficción en la narrativa, han trabajado con referentes matemáticos.

La teoría de la relatividad de Einstein produjo un impacto significativo en la producción literaria mundial. Es el caso de Ernesto Sábato en su libro Uno y el universo, en el cual afirma que más allá de la existencia o no de un mundo exterior y de la capacidad de comprenderlo científicamente, es indiscutible que el conocimiento científico va de lo relativo a lo absoluto, y, para ello toma como ejemplo la teoría de Einstein. Dice: “...en ella se prueba que los viejos conceptos de espacio y tiempo son relativos y que es menester reemplazarlos por el concepto de intervalo, ente absoluto e independiente del observador y del sistema de referencia. [3]. Además, el autor trata tópicos como el método científico, la indeterminación, el infinito.

Los poetas y la física
Los poetas se han acercado a la ciencia a partir de la traducción de grandes cosmogonías para tomar categorías y leyes de la matemática y de la física con el objeto de construir metáforas por medio del lenguaje. La metáfora es una figura literaria que traslada el sentido recto de la forma como se nombran las cosas, a un sentido figurado que lleva implícita una relación directa. El pensamiento científico y filosófico aspira a desterrar del lenguaje todo lo que sea imagen, y es mediante la imagen, que la poseía se comunica y se construye; la metáfora es creada por el poeta mediante la intuición, es por medio de esta facultad que el poeta puede aprehender los misterios más profundos y complejos del universo, estudiados por la ciencia, y en ocasiones, son los poetas quienes se adelantan al develamiento de dichos secretos. Quizá el poeta más mencionado por los científicos es Jorge Luis Borges, quien se anticipa en su cuento, El jardín de los caminos que se bifurcan, a la teoría de la mecánica cuántica, según la cual las partículas microscópicas pueden estar simultáneamente en varios lugares, y, sólo pasan a estar en un lugar definido cuando se las observa con algún detector.[4] El escritor propone un laberinto temporal en el que, cada vez que uno se enfrenta con varias alternativas, en vez de optar por una y eliminar otras, opta simultáneamente por todas. Crea así diversos porvenires, diversos tiempos que también proliferan y se bifurcan. Además en Borges se pueden encontrar temas relacionados con los espejos, el laberinto, el libro, la memoria, la biblioteca que hacen alusión al tema del infinito. En el siguiente poema podremos desentrañar intersecciones relacionadas con el universo, el tiempo, la geometría, el caos, dentro de la fenomenología de la vigilia que antecede al sueño:

El sueño
La noche nos impone su tarea
mágica. Destejer el universo
las ramificaciones infinitas
de efectos y de causas, que se pierden
en ese vértigo sin fondo, el tiempo.
La noche quiere que esta noche olvides
tu nombre, tus mayores y tu sangre,
cada palabra humana y cada lágrima
lo que pudo enseñarte la vigilia
el ilusorio punto de los geómetras,
la línea, el plano, el cubo, la pirámide
el cilindro, la esfera, el mar, las olas,
tu mejilla en la almohada, la frescura
de la sábana nueva, los jardines
los imperios, los Césares y Shakespeare
y lo que es más difícil, lo que amas
Curiosamente, una pastilla puede
borrar el cosmos y erigir el caos.[5]

Otro escritor que se ha comprometido con la ciencia a través de sus versos es Ray Bradbury, quien en uno de sus poemas le canta a la memoria de Galileo y su amor por el cielo y sus secretos.

Habla el joven Galileo
Oh, niño, dijeron, aparta tu mirada.
¿Apartar la mirada, dije, de los fabulosos cielos
donde las estrellas aparecen y giran
y llenan mi corazón y me hacen sentir
que esta noche y otra y otra
puedo vivir para siempre y no morir?
¿Mirar para otro lado, negar mi voluntad y mi alma?
Esta felicidad que me tienta a salir furtivamente
a las dos de la mañana y acostarme en el césped,
un niño solo con el Universo,
con la canción y el verso divino escritos allí arriba
para que yo los lea y los conozca y los cante;
¿No conocer eso, volverme ciego?
bueno, Dios se ocupa de que eso no ocurra. Puso en mi sangre
las brillantes chispas
que me animan, me iluminan, me enfervorizan
y me empujan a amar.
Chispas pequeñas, sol grande...
todo es uno, todo es lo mismo.
llama grande o pequeña
la conozco y la tengo en el ojo, en el corazón, en la mente.
siento el sabor de la noche en la lengua. Lo digo para
que otros, sin entusiasmo, en cama, no valientes, puedan saber
lo que este niño sabe y sabrá para siempre:
el universo está lleno de fuego y de luz,
y nosotros no somos más que pequeños soles
cubiertos de piel, atrapados
y atesorados en sangre y huesos preciosos
hacemos frente a la noche.[6]

El concepto de lenguaje que utiliza la ciencia y la literatura es diferente, mientras para la ciencia el lenguaje es un mediador que describe la realidad, para la literatura, el lenguaje es su propio mundo, es la sustancia vital que da origen, es el verbo creador; pero en los territorios de la imaginación las fronteras se confunden, a pesar de verse un mismo fenómeno desde diferentes focos, la verdad o misterio que subyace en él es la misma, de allí nace la metáfora. En palabras de Sábato, “la metáfora representa un núcleo común, hundido y oculto por los atributos exteriores; y tanto más alejada es la metáfora, menor es el número de atributos comunes y más profundo es, por lo tanto, el núcleo idéntico. De ahí ese poder de alcanzar esencias profundas que tiene la poesía. En la ciencia, -continúa el escritor-, esta tendencia metafórica se manifiesta en los principios de causalidad, y, sobre todo, en los de conservación de la masa y de la energía(...) El fuego de Heráclito es la metáfora del Universo entero”.[7]

Ernesto Cardenal escribió sobre la distancia de la galaxia Andrómeda relacionada con la distancia cuando el ser amado es ausencia:
A 700.000 años luz/ que se puede mirar en una noche clara,/ está más cerca que tú./ Otros ojos solitarios estarán mirándome desde Andrómeda// en la noche de ellos./ Yo a ti no te veo./ Ileana: la distancia es tiempo, y el tiempo vuela/ A 200 millones de millas por hora el universo/ se está expandiendo hacia la Nada/ y tú estás lejos de mí como a millones de años.[8]

En la poesía como en la ciencia, el lenguaje como un elemento vivo, se transforma adecuándose a la época que nombra o enuncia. La poesía contemporánea hace alusiones a los temas científicos, con otros sonidos y otras voces, pero en esencia, penetra en las verdades de la ciencia. El poeta nicaraguense Héctor Avellán, en su libro La camioneta Mazda y otros poemas, ha escrito un poema con el tema de la luz, en el cual juega con el lenguaje referencial de la ciencia y lo traslada a la cotidianidad y realidad del ser humano:

Todas las oscuridades de la luz
La misma pequeñez de la luz
adivina los más lejanos rostros.
Lezama Lima

La luz es una relación de amor/ Entre el objeto y el ojo.
Sólo vemos lo que amamos.
Entre el ojo y el objeto/ hay luz/ esa luz es amor /y Dios es luz.
En los libros se afirma/ que la luz es fotones/ es decir, entidades mecánico- cuánticas/ que muestran ciertas características/ de ondas y de otras partículas.
Por siglos la humanidad/ se ha preguntado qué es la luz/ todas las oscuridades de la luz.
Esa luz que hiere el espacio/ como cuchillo/ y es veloz/ como conejo en el bosque.
Antes de Planck y Einstein/ se creía que la luz/ era movimiento ondulante transversal,/ como baile de reggae.
Pero, si la luz es Dios/ y Dios no me habla,/ entonces la luz es sonido/ que ha perdido la voz/ o estoy sordo para escucharla.
Por eso las luces de Nueva York/ son tristes/ como bujillitas en árbol de navidad .
Clerk Maxwel tenía la convicción/ de que las ondas de luz/ debían propagarse a través de un éter material./ O sea que la luz es río,/ ola en el espacio,/ola de partículas lumínicas/ como infinitas luciérnagas microscópicas/ que chocan con cuerpos sólidos./ Partículas que emanan de cuerpos materiales,/ cuerpos que sudan luz/ como el cuerpo del ser amado/ desnudo en el cuarto oscuro./
Por lo general, la luz calma la sed.
Newton dice que la luz es/ Corpúsculos de materia ...
Yo imagino que esos corpúsculos/ son para un reo/ trocitos de pan,/ entrando por una rendija a su celda.[9]

Como se puede observar, y ateniéndonos a Umberto Eco en su libro, Obra Abierta: El arte, más que conocer el mundo, produce complementos del mundo, formas autónomas que se añaden a las existentes exhibiendo leyes propias y vida personal. No obstante, toda forma artística puede muy bien verse, si no como sustituto del conocimiento científico, como metáfora epistemológica, es decir, en cada siglo, el modo de estructurar las formas de arte – refleja a guisa de semejanza, de metaforización, de apunte de resolución del concepto en figura - el modo como la ciencia o, sin más, la cultura de la época ven la realidad.[10]

Para finalizar este apartado, traigo el poema del escritor colombiano William Ospina en homenaje a Einstein, en el que después de una lectura cuidadosa, se pueden entrever las ideas de las leyes de la relatividad, la gravedad, los años luz, las supernovas, el tiempo y la energía, la materia, Dios, con las figuras y el tono de lo que llamamos poesía:

Oración de Albert Einstein
Advierto con profunda perplejidad
Que el hermoso guijarro que abandono en el aire
Se precipita recto hacia la tierra.
Talvez para una hormiga que fuera en el guijarro
Sería más bien la tierra lo que cae,
Verde planeta que se precipita.
Para el soldado inmóvil
Antes de halar la cuerda de su paracaídas
Vertiginosamente asciende el mundo.
Y si al pasar el tren ante su cobertizo
El mendigo no viera los vagones
Sino al niño que deja caer la manzana,
Vería que la manzana toca el suelo
Lejos del sitio donde el niño la suelta,
Que la manzana cae oblicuamente.

Advierto que la firme realidad de este mundo
Cambia de ser a ser, de conciencia a conciencia.
El gato observa las felinas estrellas.
Nunca verá el astrónomo
Que mira el arco de la medialuna
El sobrehumano rostro que esa luna diadema
O esos pies de una virgen que la huellan.
Es tan sincero el mundo
Que ni una piedra olvida tener sombra.
La memoria del prado
Recuerda el rojo de las amapolas
Y al primer soplo tibio lo despliega.

¿Cómo agradeceré que el agua no se incendie
aunque asile en su rostro sereno las hogueras?
¿Cómo agradeceré que las alondras canten
aunque Julieta las maldiga a todas?
Sé que esta luz de estrellas es más vieja que el mundo.
Que estas constelaciones son como un plano fósil
De lo que fue hace siglos el firmamento.
Sé que la masa enorme de los cuerpos celestes

Altera el curso de la luz de la estrella
Y que ese punto inmóvil que brilla en las alturas
Innumerables veces se retorció en su curso,
Trazó letras de luz en la piel de los siglos.
Todo rayo de luz porta antiguas imágenes,
Y la energía es la terrible victoria
De la materia sobre el tiempo.
Las caprichosas nubes einstenianas
Fulminan con sus rayos einstenianos los árboles
Y rota la ecuación del vapor leve y del líquido peso
Dulcemente se perlan las llanuras.
Me gusta el mundo dócil donde atrapo mis peces
Con el anzuelo de un interrogante,
Y pregunto en mi alma
Cómo agrava la música la substancia del mundo,
Qué es lo que escapa del violín y nos hiere.
Se marchita la música
En las elipses de la sinagoga
Y Castor envejece más que Pólux.

Gracias, Señor, porque no tienes rostro,
Porque eres rosa y dédalos de azufre
Y muerte tras la herida y tras la muerte larvas
Y previsibles astros tras los discos de eclipses.
Permíteme atrever mis inútiles formulas,
Líricos mecanismos, serventesios de cuarzo,
Trinos brotando de un vértigo de átomos.
¿Qué puedo hacer contra el ángel que altera?
¿Contra el que cambia todo azul en cianuro,
toda belleza en daño?

Algo mayor que el mal rige estos mundos.

Cada mañana pido a mi silencio
Que el corazón gobierne al pensamiento,
Y cada noche pido perdón a las estrellas.
Pero después olvido
Y sé, mientras la luna danza en el pozo,
Que Dios será sutil, pero no es malicioso.[11]

Cuento y ciencia
Memoria del mundo y otras cosmicómicas, es una obra de Italo Calvino. El autor anota que muchos críticos han definido el volumen de estos cuentos como un nuevo tipo de ficción científica, sin embargo, enmarcarlos dentro de la categoría de ciencia ficción, no es lo más acertado, pues según expresa; la ciencia ficción trata sobre hechos del futuro, mientras que los cuentos de Las cosmicómicas se remontan a un pasado remoto, a manera de un mito de los orígenes. Además escribe, que él se sirve del dato científico como una carga propulsora para salir de los hábitos de la imaginación y vivir incluso lo cotidiano en los confines más extremos de la experiencia.

Pues bien, las historias de Calvino son una forma de conocer procesos, orígenes, fenómenos, leyes universales, evolución de la materia, etc., de una manera re-creada a partir de las especificidades de la literatura. De esta forma, nos encontraremos con un personaje narrador, actor y espectador de todas las aventuras, de nombre Qfwfq, sabio y poseedor de una gran memoria, con todos los años de la historia de la humanidad y del universo. Tomaremos algunos fragmentos que nos ayudarán a identificar las relaciones entre la ciencia y la literatura, aunque, lo mejor sería que cada uno de ustedes tuviera la oportunidad y el gran goce de leer completas las historias.

Respecto de la concentración del sol y la condensación de las nebulosas que darían origen al día y la noche en el planeta tierra, dice el último fragmento del cuento denominado “Al nacer el día”:
Las radiaciones del sol iban quemando las envolturas de los planetas, hechas de helio y de hidrógeno; en el cielo, donde estaban nuestros tíos, giraban globos inflamados que arrastraban largas barbas de oro y turquesa, como el cometa su propia cola.
Volvió la oscuridad. Creíamos entonces que todo lo que podía suceder había sucedido, y:
_Esto sí que es el fin- dijo la abuela-, haced caso a los viejos.
Pero la tierra apenas había dado una de sus vueltas habituales. Era la noche. Todo estaba apenas empezando. [12]
Otras historias hacen alusión al tiempo que tarda el sol en cumplir una revolución completa de la galaxia, el momento en que toda la materia del universo estaba concentrada en un solo punto, antes de empezar a expandirse el espacio, el origen de los colores en la tierra, gracias a la atmósfera. El siguiente, es un fragmento del cuento Juegos sin fin en el que narra la teoría del estado estacionario, frente a la teoría del origen del universo, mediante una gigantesca explosión:

Yo era un niño y ya me había dado cuenta- contó Qfwfq -. Los átomos de hidrógeno los conocía uno por uno, y cuando aparecía uno nuevo lo sabía. En los tiempos de mi infancia, para jugar sólo había en todo el universo átomos de hidrógeno, y no hacíamos más que jugar con ellos, yo y otro niño de mi edad que se llamaba Pfwkp.
¿Qué cómo era el juego? Es fácil de explicar. Como el espacio es curvo, a lo largo de su curva hacíamos correr los átomos como bolitas, y el que mandaba más lejos su átomo ganaba. Al dar el golpe al átomo había que calcular bien los efectos, las trayectorias, saber aprovechar los campos magnéticos y los campos de gravitación, porque si no la pelotita salía fuera de la pista y quedaba eliminada de la competición.[13]

Otros temas que trabaja Calvino son la aparición de los primeros vertebrados, los dinosaurios, los años luz, la gravitación, el origen de los pájaros, el origen de los cristales, los procesos de meiosis, metosis y muerte, siempre con la veracidad de la información científica y acompañados por un elemento enriquecedor como es el humor, de allí su nombre de cosmicómicas.

A continuación, transcribo un fragmento del relato La forma del espacio:
Caer en el vacío como caía yo, ninguno de vosotros sabe lo que quiere decir. Para vosotros caer es arrojarse quizá desde el piso veinte de un rascacielos o desde un avión que se avería durante el vuelo: precipitarse de cabeza abajo, manotear un poco en el aire, ya la tierra está ahí, de pronto, y uno se da un gran porrazo. Os hablo de cuando no había debajo tierra alguna ni nada sólido, ni siquiera un cuerpo celeste en lontananza capaz de atraerte a su órbita. Uno caía así, indefinidamente, durante un tempo indefinido. Yo bajaba en el vacío hasta el límite extremo a cuyo fondo es pensable que se pueda bajar, y una vez allí veía que aquel límite extremo debía de estar mucho, pero mucho más abajo, lejísimos, y seguía cayendo para alcanzarlo. No habiendo puntos de referencia, no tenía idea de si mi caída era precipitada o lenta. Ahora que lo pienso, no tenía pruebas siquiera de que estuviera cayendo realmente: quizás había permanecido siempre inmóvil en el mismo sitio, o me movía en sentido ascendente; como no había ni un arriba ni un abajo, éstas eran sólo cuestiones nominales y daba igual seguir pensando que caía, como era natural pensarlo.[14]

La minificción, también hace sus incursiones en los territorios de la ciencia, veamos este brevísimo texto de Ana María Shua en cuya ficción se dan cita tres momentos históricos relevantes para la ciencia y la humanidad:

De la ubicuidad de las manzanas
La flecha disparada por la ballesta precisa de Guillermo Tell parte en dos la manzana que está apunto de caer sobre la cabeza de Newton. Eva toma una mitad y le ofrece la otra a su consorte para regocijo de la serpiente. Es así como nunca llega a formularse la ley de la gravedad [15].

Y este otro texto en el que se conjugan ciencia y poesía:

Poesía y ciencia
Mientras el emperador Adriano mira con dolor cómo su favorito Antínoo, fulgura como estrella en el firmamento, en otro lugar, un astrónomo observa la misma estrella como el pasado remoto de una supernova (Nana Rodríguez).[16]

Ciencia, literatura y pedagogía
Ahora bien, para referirnos a otras posibles alianzas estratégicas, las ciencias naturales y exactas, desde la perspectiva de la pedagogía y la didáctica, pueden valerse de los aportes literarios de la novela, el cuento, la poesía y la minificción. La literatura como depositaria del legado de la humanidad a través de todas las épocas, representa un eje articulador que permite movilizar desde su especificidad, diversas visiones de mundo e interpretaciones de los fenómenos que han sido de alguna manera, hitos en la historia de la civilización.

La literatura a través de un dispositivo simbólico inmerso en sus personajes e historias, en los mundos que desarrolla a través de la ficción, la parodia, la historiografía; re-presenta, es decir, vuelve a presentar la realidad mediante un código, un lenguaje metafórico que permite la condensación del sentido en contextos específicos, productos culturales que serán interpretados de acuerdo a los sistemas de convenciones inherentes a dichos contextos.

Por último, invitamos a los investigadores, profesores y estudiantes para que se acerquen a desentrañar estas relaciones entre las ciencias y la literatura, para gozar de sus bondades y expandir las miradas, pues el diálogo entre disciplinas abre ventanas al paisaje del conocimiento.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

[1]www.madrimasd.org/informacionnidi/debates. Miguel GarcíaPosada.
[2] Ibid,
[3] http://www.literatura.org.com/
[4]http://www.cfg.uchile.cl/. Alberto G. Rojo. Literatura y ciencia
[5] Borges, Jorge Luis. Obra poética 3.Alianza Editorial. España.1999. p.15
[6] Bradbury, Ray. Antología poética. Desde la gente. Buenos Aires. 2000. p.43
[7] www.literatura.org/sabato
[8] http://www.literatura.org.com/
[9]http://www.hectoravellan.com/
[10] Eco, Humberto. Obra Abierta. Planeta Agostini. Barcelona, 1992
[11]www.palabravirtual.com/index
[12] Calvino, Italo. Memoria del mundo y otras cosmicómicas. Siruela. España, 1995. p.24
[13] Ibid, p. 47
[14] Ibid, p. 86
[15] Zavala, Lauro. Relatos vertiginosos. Alfaguara, México, 2000. p.70.
[16] Rodríguez, Nana. El sabor del tiempo. Colibrí, ediciones. Tunja, 2000. p.
Otras obras consultadas
Borges, Jorge Luis, Nueva Antología personal. Siglo XXI Editores. México.1981.
De la Torre, Alberto Clemente. Física cuántica para filo-sofos. Fondo de cultura económica. México, 2000.
March, Robert. Física para poetas. Siglo XXI editores. México, 1977.
Paz, Octavio. El arco y la lira. Fondo de cultura económico. México, 1973.
Sábato, Ernesto. Uno y el universo. Seix Barral. Colombia, 1999.
Zambrano, María. Filosofía y poesía. Fondo de cultura económica. México, 2001.
Recalde, Luis Cornelio, Borges y el infinito. Conferencia. Universidad del Valle. Cali. 1999.

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